Según la leyenda, en la alta roca que se eleva por los aires, ubicada a la izquierda de la entrada del valle inferior del Bode, y que se le conoce como Hexentanzplatz (Pista de baile de las brujas), vivía una anciana bruja llamada Watelinde, que causaba muchas travesuras con sus artes infernales y era temida por todos los habitantes de las montañas del Harz.
A Watelinde, le encantaba atraer a las jóvenes piadosas con todo tipo de bellas promesas para poder hechizarlas y convertirlas en brujas. En una hermosa tarde de verano, la doncella Hilda de Thale se adentró en el bosque cercano para buscar hierbas curativas. Cuando oscureció y su cesta estaba casi llena, Hilda se preparó para volver a casa. Después de un centenar de pasos, tan pronto como la luz de la luna atravesó las copas de los árboles, ella recordó que las hierbas rotas bajo la luz de la luna tienen un poder curativo muy especial. Así que, empezó a buscar y recoger con más ganas, mientras sus labios murmuraban extrañas palabras mágicas.
De repente, dos grandes ojos amarillos y resplandecientes brillaron hacia ella. Aterrorizada, trató de huir, pero luego de haber corrido por un rato, miró tímidamente a su alrededor y vio un gran animal negro parecido a un gato, que volaba salvajemente hacia ella por encima de los arbustos. No había escapatoria. Hilda escuchó una voz ronca que le decía: «No temas, doncella, no pretendo hacerte daño, sólo quiero decirte las hierbas con las cuales podrás atar a tu amado para siempre». Estaba claro para Hilda que se trataba de la bruja Watelinde en forma de animal y quiso escapar de ella.
Pero, de repente, el animal se irguió en posición amenazante y, escupiendo chispas, gritó con voz estridente: «¡Sí, doncella, ahora has entrado en mi círculo mágico, y aquí puedo hacer contigo lo que quiera!». El gato se convirtió en una anciana. Y tan pronto como se completó la transformación, Watelinde agarró los rizos de la doncella para llevarla con ella a la cima de la roca. Sin embargo, en esos momentos de ansiedad, Hilda recordó las enseñanzas de su madre y se persignó.
Entonces, el aire comenzó a rugir; Un viento tormentoso silbó en torno a la cima de la pista de baile de las brujas, descendió y, mientras brillaban los relámpagos y un poderoso trueno sacudía las rocas a su alrededor, la malvada Watelinde fue levantada en el aire, arrastrada por el valle de Bode y lanzada por una mano invisible contra una roca, donde se convirtió en piedra. Esta roca todavía lleva el nombre de Hexengroßmutter (La abuela bruja).
Hilda, que se salvó de la ruina, llegó sana y salva a la cabaña de su madre, se casó con su novio y fue feliz.
Fuente: Märchenbasar