“Decidida a triunfar en el ambiente neoyorquino de la danza contemporánea, una joven busca su destino con más entusiasmo que talento natural”. Así es como describe Netflix a ‘Frances Ha’, película del director Noah Baumbach, que fue coescrita y protagonizada por mi amada Greta Gerwig, y estrenada en 2012.
Luego de terminar ‘Greenberg’, película en la que Baumbach y Gerwig trabajaron juntos, Noah le preguntó a Greta si tenía alguna idea que quisiera desarrollar. Y fue así como entre los dos comenzaron a escribir el guión que daría lugar a ‘Frances Ha’.
Frances es una joven bailarina de 27 años maravillosamente torpe, desorientada, excéntrica y poco convencional. Frances vive en New York junto a su mejor amiga Sophie (interpretada por Mickey Sumner). Un día, Sophie decide mudarse del departamento que ambas comparten a uno en su calle favorita en Tribeca. Dejando a Frances sola y tratando de determinar donde encaja exactamente en el mundo. Es así como a lo largo de 86 minutos recorremos junto a Frances el duro camino por encontrarse a sí misma.
Si esperan ver una comedia romántica, esta definitivamente no es la película para ustedes. Aún así, esta película es un canto al amor, pero a otro tipo de amor. Al amor propio y a ese amor que solo puede existir entre amigas y que en algunas ocasiones también se idealiza.
‘Frances Ha’ es una película a la que le tengo un cariño especial, no solo por su hermosa cinematografía en blanco y negro. Me encantan las películas en blanco y negro, no sé si será porque me recuerdan en cierta forma ese cine antiguo que tanto amo, pero siento que se genera una conexión distinta. Y en esta película en particular siento que tal vez sea para resaltar aún más las emociones de desconcierto que vive Frances.
A lo largo de mi vida me he sentido identificada con muchos personajes. Alice de Alice in Wonderland, Hermione Granger, Catherine Morland, Giselle de Enchanted, Jess de New Girl, Nancy Drew, la Sirenita y un sin fin más. Pero Frances es esa Kristel que soy ahora, esa Kristel de 27 años que al igual que Frances ve como todo a su alrededor se desmorona sin entender muy bien por qué. Donde todo su entorno pareciera tener su vida resuelta, mientras ella sigue perdida. Esa persona que a pesar de ser siempre desplazada a segundo plano y que se equivoca una y otra vez, asume las derrotas y continúa construyendo su camino siendo fiel a sí misma, mientras la amenaza de cumplir los 30 se hace cada vez más latente.
Muchas de las situaciones que vive Frances a lo largo de la película me han ocurrido, y ver como ella habla e intenta conectar con el resto de las personas pero no lo consigue, me hace sentir aún más identificada con Frances. Creo que ambas tenemos esa necesidad de encontrar un lugar en el mundo y de empezar a hacer que los sueños se conviertan en realidad. Y por supuesto, todo esto acompañado de una maravillosa banda sonora (en el caso de Frances y en el mío).
A veces es necesario correr sin rumbo, y quién sabe, tal vez así las cosas comiencen a resultar.